Esta columna realizará esporádicamente -desde ahora y hasta que se produzcan las elecciones de 2012- una selección de promesas lanzadas por los candidatos presidenciales con posibilidades reales de alcanzar el poder.
No se trata de una extracción programática eso es otra cosa- , sino de elegir las ofertas hechas con espontaneidad, al calor de la caravana, bajo la emoción del meeting, en la presión de las salas organizadas por poderes fácticos y en el mano a mano con la gente común.
En la calle, donde se bate el cobre y no hay lugar a diálogo reposado, nuestros políticos se descubren, muestran el refajo. Es el lugar donde entra en plena función el hipotálamo, reflejando como dicen los maestros de la conducta humana- los estados de ánimo, el sueño, la libido, el hambre, la sed y la temperatura corporal.
Hipólito Mejía ha hecho un pronunciamiento que si se traduce en hechos concretos- elevaría la calidad de la política, de la que huyen los mejores talentos dominicanos aporreados por el tigueraje que hace nido en los partidos, a veces enquistado en las posiciones más influyentes.
Reflexionemos sobre esta cita de Mejía: ¡Óiganlo bien!, quiero dejar esto bien claro: conmigo irán al gobierno y contarán con todo mi apoyo, quienes tengan la disposición de trabajar por el bien del país, independientemente de su condición social, filiación política, género o religión y asumo ante ustedes y el país el compromiso de hacer frente a la corrupción en cualquiera de sus manifestaciones, sin importar de donde proceda, sean quienes sean los responsables de la comisión de estos actos inmorales, indebidos e ilegales.
Hasta ahora las señales que da el candidato rodeado de los mismos paquidermos en los foros a los que asiste- parecen contrarias a este pensamiento. Esperemos.